Del Blog del Colectivo de Educación Experimental-CODEX os copio aquí la historia que Alonso (Lechuza) ha vivido durante sus descubiertas y aventuras por tierras de El Sabinar, por considerar que puede ser bonita para nuestros amigos scouts, a los cuales les doy un pequeño consejo: Solo podréis vivir este tipo de aventuras si durante vuestras excursiones andáis calladitos, escuchando a la naturaleza que nos rodea, con atención y con ganas de vivirla, ¿Entendéis? Pues aquí va la historia:
" UN DRAMA CON FINAL FELIZ
El pasado miércoles cuando paseaba por el desfiladero que ha excavado el Arroyo Tercero (... y dónde se encuentran el Primero y el Segundo, cuestión esta que nadie ha logrado explicarme), contemplando la esbeltez y majestuosidad de los farallones que lo forman, oyendo el susurrante ruido del agua (... que por cierto baja en abundancia) y los cantos y gorgojeos de multitud de pájaros (... todo muy bucólico y porqué no, muy "bello"), disfrutando de esa paz que solo la naturaleza nos puede proporcionar (aunque en ocasiones...), ¡oigo un ruido! como de piedras cayendo por alguna ladera. Presto atención y... veo a un animalito, que me parece, en principio, un gamo o más bien una cabra montés. Este me mira y... ¡asustado! intenta emprender la retirada.
Pero..., resbala, sus pezuñas no consiguen "fijarse" al terreno, sumamente arcilloso y suelto de la pared. Cae, cae y cae, por un precipicio de más de cincuenta metros. Yo, reflex en mano, lo fotografío todo. ¡Impresionado! Pues temo lo peor para el pobre animal, ¿como acabará todo? Por unos segundos se revuelca, da vueltas y más vueltas, hasta que providencialmente se encuentra con un gran arbusto que "lo para y sujeta", ya junto al camino.
En un principio nuestra cabra (sí, es una cabra montés, según compruebo a posteriori viendo las fotos, una cabrita aún joven) se muestra inconsciente, tirada sobre esa genista, algo florecida ya. A los pocos momentos se mueve, intenta levantarse, pero casi no puede.
Después de unos minutos de sufrimiento (por ambas partes, pero, claro mucho mayor para ella) consigue ponerse de pie, comienza a caminar, poco a poco y lo hace mirándome con cara asustada, como si me estuviese diciendo: "Estoy bien, dentro de lo que cabe y puedo andar, ¿no lo ves?"
Yo, claro que lo veo y me da una gran alegría. Se marcha, atraviesa el arroyo y, por fin, sale al trote carretera abajo (... menos mal que no hay casi tráfico). Yo le deseo suerte y mentalmente me despido, alegre por este final feliz. ¿Cuánto le durará esta felicidad a nuestra cabrita montés? Esperemos que viva muchos años, aunque con la cantidad de humanos que intentarán darle caza, dudo que sean muchos... Así es la vida.
" UN DRAMA CON FINAL FELIZ
El pasado miércoles cuando paseaba por el desfiladero que ha excavado el Arroyo Tercero (... y dónde se encuentran el Primero y el Segundo, cuestión esta que nadie ha logrado explicarme), contemplando la esbeltez y majestuosidad de los farallones que lo forman, oyendo el susurrante ruido del agua (... que por cierto baja en abundancia) y los cantos y gorgojeos de multitud de pájaros (... todo muy bucólico y porqué no, muy "bello"), disfrutando de esa paz que solo la naturaleza nos puede proporcionar (aunque en ocasiones...), ¡oigo un ruido! como de piedras cayendo por alguna ladera. Presto atención y... veo a un animalito, que me parece, en principio, un gamo o más bien una cabra montés. Este me mira y... ¡asustado! intenta emprender la retirada.
Pero..., resbala, sus pezuñas no consiguen "fijarse" al terreno, sumamente arcilloso y suelto de la pared. Cae, cae y cae, por un precipicio de más de cincuenta metros. Yo, reflex en mano, lo fotografío todo. ¡Impresionado! Pues temo lo peor para el pobre animal, ¿como acabará todo? Por unos segundos se revuelca, da vueltas y más vueltas, hasta que providencialmente se encuentra con un gran arbusto que "lo para y sujeta", ya junto al camino.
En un principio nuestra cabra (sí, es una cabra montés, según compruebo a posteriori viendo las fotos, una cabrita aún joven) se muestra inconsciente, tirada sobre esa genista, algo florecida ya. A los pocos momentos se mueve, intenta levantarse, pero casi no puede.
Después de unos minutos de sufrimiento (por ambas partes, pero, claro mucho mayor para ella) consigue ponerse de pie, comienza a caminar, poco a poco y lo hace mirándome con cara asustada, como si me estuviese diciendo: "Estoy bien, dentro de lo que cabe y puedo andar, ¿no lo ves?"
Yo, claro que lo veo y me da una gran alegría. Se marcha, atraviesa el arroyo y, por fin, sale al trote carretera abajo (... menos mal que no hay casi tráfico). Yo le deseo suerte y mentalmente me despido, alegre por este final feliz. ¿Cuánto le durará esta felicidad a nuestra cabrita montés? Esperemos que viva muchos años, aunque con la cantidad de humanos que intentarán darle caza, dudo que sean muchos... Así es la vida.
En esta nota os incluyo alguna de las fotos que tomé durante esa excursión.