«Es urgente que la gente deje de estar engañada y pierda el miedo cuanto antes»
ANTONIO ARCO MURCIA .
Conferencia: 'Crisis económica, ¿alternativas en el capitalismo / alternativas al capitalismo?'.
Organizada por el Foro Ignacio Ellacuría.
«Ni el señor Rajoy me inspira confianza, ni el señor Zapatero me la inspiraba. ¡Ellos no son los que gobiernan!»
«El año pasado murió un hijo mío y creo que algo peor que eso no te puede pasar»
Se le ve tan sereno, se muestra tan amable, actúa en defensa de lo que cree justo con tanta pasión y mantiene siempre en activo una sonrisa tan cálida que resulta difícil imaginarse que Arcadi Oliveres (Barcelona, 1945) ha sido recientemente golpeado duramente por la vida, esa vida que él se empeña en tratar de que sea lo más digna posible para todas las personas, así en su propio barrio como en el confín del mundo. Hablamos de la muerte fría de un hijo amado. Desde entonces, que pase el tiempo tan rápido como una lluvia de tarde de verano no le da miedo al profesor y padre, que habla con 'La Verdad' haciendo un hueco entre los mil ajetreos a los que hace frente: «Ni me da miedo el paso del tiempo, ni me da miedo lo que me pueda suceder personalmente. El año pasado murió un hijo mío y creo que algo peor que eso no te puede pasar. A partir de ahí, ¿a qué puedo tenerle miedo?». Llegó la muerte, sigue el día a día: «Hemos formado una hermosa piña: mi mujer, mis otros hijos, la viuda de mi hijo. Hay que seguir adelante...; y vamos aguantando, con muchos recuerdos y con mucha nostalgia, pero vamos aguantando».
«El sistema capitalista debería llegar a su fin cuanto antes si queremos vivir en un mundo más justo y menos cruel», dice con la misma firmeza que calma Arcadi Oliveres, economista, autor de libros como '¡En qué mundo vivimos!', presidente desde 2001 de la asociación Justicia y Paz, dedicada a la defensa de los derechos humanos y de la paz, y -queriendo o sin querer- uno de los más activos y respetados referentes morales e intelectuales del Movimiento 15-M. Oliveres, profesor de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona, participará hoy en Murcia, invitado por el Foro Ignacio Ellacuría, en el ciclo 'Crisis y protesta social'. El título de su intervención: 'Crisis económica, ¿alternativas en el capitalismo/ alternativas al capitalismo?' La cita: a las 20.15 horas, en el salón de actos del IES Licenciado Francisco Cascales. «El capitalismo es un sistema que permite que cada día al menos 80.000 personas mueran de hambre y que destruye sin complejos los recursos de nuestro planeta», añade el economista, quien se muestra convencido de que «se puede salir de esta sumisión y luchar contra la pobreza».
«Tenemos la suerte de vivir en un planeta en el que podríamos tener una magnífica estancia y realizarnos personalmente de la manera que quisiéramos...; qué lástima que por algunos egoísmos, por algunos malentendidos y por maldad eso no se consiga. Pero, mire, yo creo que es cierto que 'quien la sigue, la consigue', y que trabajando se pueden lograr buena parte de los objetivos que nos propongamos».
Cree Oliveres que hay tres cosas que son fundamentales para vivir: «Esperanza, austeridad y coherencia». Cada lector sabrá cómo anda de cada una de ellas en estos tiempos de temblores. Un tiempo en el que no se gana para sustos. «Los ciudadanos estamos muy maltratados por los mercados, que están totalmente incontrolados», indica. «Y si alguien los controla -añade- son aquellos pocos privilegiados a los que ahora se ha puesto de moda llamar el 1% de la población que tiene atosigado al otro 99%».
Qué susto. «Conviene no olvidar», explica, que «hemos llegado hasta aquí debido al sistema capitalista, que siempre ha sido perverso pero que a partir de los años 80 ha mostrado una capacidad aún mayor de perversión». «En los años 60», prosigue, «todos sabemos que el capitalismo se atenuó un poco, con aquello que se llamó el Estado del bienestar, en parte supongo porque tenía miedo a lo que en aquel tiempo se llamaba el enemigo del Este; pero una vez que el enemigo del Este desapareció, y con la aplicación de las doctrinas del señor Milton Friedman, que aplicaron muy bien el señor (Ronald) Reagan, la señora (Margaret) Thatcher, el señor (Augusto) Pinochet y otros personajes parecidos, ya se llegó a una liberalización total de la economía; liberalización total que se ha acelerado en los últimos años con otro elemento básico, que es la especulación en los mercados financieros, que ha llevado a que éstos sean los que están dominando la economía en estos momentos».
«El panorama es desolador», precisa, «pero yo diría que no hay que cerrar la puerta a la esperanza, eso nunca. En primer lugar, porque yo tengo la impresión de que la gente empieza, aunque sea muy levemente, a reaccionar; y, en segundo lugar, porque hoy en día el mundo tiene medios técnicos, recursos naturales moderados y capacidades para que la Humanidad pudiera vivir dignamente». ¿Y qué lo impide? «El egoísmo de unos pocos hace que muchos lo pasen mal, pero esto podría ir cambiando conforme se vayan despertando las conciencias de la gente y paulatinamente se vaya respondiendo a esta situación».
-¿Qué es urgente?
-Es urgente que la gente deje de estar engañada, que la gente sepa lo que realmente pasa, porque mayoritariamente vivimos engañados. No estamos atentos a lo que sucede, estamos distraídos con la telebasura, con el fútbol y con otras cosas y no somos conscientes del poder que tenemos en nuestras manos si lo utilizamos todos juntos. Por otro lado, seguramente somos demasiado miedosos y no nos atrevemos a reaccionar ante un sistema injusto; todos tenemos nuestros compromisos: uno quiere conservar su puesto de trabajo, otro quiere conservar el pago de su hipoteca, otro quiere conservar algunos bienes que ha podido adquirir y, al final, nos convertimos en personajes absolutamente conservadores.
Habla también Oliveres de una responsabilidad compartida que nos debería hacer reflexionar: «Esta crisis actual tiene muchos orígenes, pero uno de ellos está muy claro: la especulación. ¿Y quién no ha sido responsable de una u otra manera de la especulación inmobiliaria en España? ¡Este apetito de poder, este apetito de dinero! Estos valores equivocados con los que nos movemos nos impiden muchas veces actuar en consecuencia».
Austeridad
-¿Qué valores lamenta que estemos perdiendo?
-Por descontado, estamos perdiendo el valor de la austeridad, el valor de la solidaridad y la conciencia de la necesidad de conservar el planeta; hay muchos más, pero estos tres son muy importantes.
-Decía usted antes que, personalmente, no tiene miedo. Pero es una realidad que el miedo está conquistando posiciones en la sociedad a toda velocidad. ¿Qué hacemos con él?
-Al miedo no hay que hacerle ningún caso; hay que perderlo cuanto antes. Todos los progresos sociales en la Historia han sido fruto de que la gente ha dejado de tener miedo. Cuando la señora Rosa Parks, en 1955, se negó a ceder su asiento en un autobús público de Alabama a un blanco, algo a lo que estaba obligada por ley por ser negra, abrió el camino al fin de la segregación racial en EE UU. Tenemos que quitarnos el miedo de encima totalmente. Sabemos que a la larga toda lucha justa da sus resultados, aunque claro que esa lucha puede traernos inconvenientes. Pero merece la pena.
-¿Cómo ve a este país?
-Este país debería reflexionar muy seriamente. Desde 1986, cuando nos incorporamos a la Unión Europea, consideramos que nos habíamos subido en el autobús de los nuevos ricos, un autobús que además lleva a la destrucción del planeta. Pensábamos que estábamos muy bien en él y ahora empezamos a darnos cuenta de que las cosas son muy distintas a cómo nos las imaginábamos. La situación es desastrosa; es desastrosa para los parados, para los jóvenes que no encuentran trabajo, para los pensionistas, para los que se quedan sin sus casas, para los inmigrantes... Pero, mire, pienso que la situación ha llegado ya al colmo y que paulatinamente la gente estará en desacuerdo con continuar en esta situación; abandonaremos la posición absurda de nuevos ricos e intentaremos vivir con lo que podamos, porque se puede vivir muy dignamente y muy alegremente con menos y con un reparto más justo de los bienes.
-¿El presidente Rajoy le inspira confianza?
-No, ni el señor Rajoy me inspira la menor confianza, ni el señor Zapatero me inspiraba la menor confianza. Están al servicio de los que gobiernan, ¡ellos no son los que gobiernan!, y con distintos tintes obedecen ciegamente las instrucciones que les dan. Mandan los señores que están gobernando los mercados financieros, los señores que dirigen las grandes empresas transnacionales, los señores que tienen los mejores resultados en los ejercicios de los bancos...; ellos son los que realmente tienen el poder.
-¿De qué alternativas al capitalismo habla usted?
-Bueno, de ninguna metida en el cajón y preparada para sacarla a las doce de la noche y que a la mañana siguiente se pueda poner en práctica sin más. Pero esto no debe desesperarnos porque a lo largo de la Historia a lo que hemos asistido es a un sistema progresivo de cambios. Se trata de ir consiguiendo transformaciones paulatinas, no de perder la cabeza. He tenido la suerte de asistir a los encuentros del Foro Social Mundial, que empezaron en Porto Alegre hace once años. Y te das cuenta de que muchas de las alternativas posibles ya están redactadas: cómo hay que organizar la agricultura en el mundo para que toda la gente coma, cómo organizarse para que la ecología se mantenga, cómo organizarse para tener una industria controlada, cómo organizarse para que las finanzas sean más equitativas y éticas. Todo esto ya está pensado y escrito. Ahora, lo que hace falta es darle a todas estas alternativas un empujoncito, entre todos, para que comiencen a convertirse en realidad. Si la gente se organiza se pueden conseguir cosas; el famoso lema de que 'otro mundo es posible' es cierto. Y hay que preguntarse cosas: ¿dónde pongo mi dinero?, ¿qué hago con él?, ¿qué productos compro?, ¿cómo me organizo de bien en mi trabajo?, ¿qué importancia le doy a mi educación? Y saber que es necesario trabajar colectivamente.
-Cuénteme una alegría que se haya llevado.
-Pues, por ejemplo, leyendo una noticia que puede parecer una solemne tontería pero que me alegró el día. El señor Bush quería visitar Suiza este verano pasado, y unos jóvenes de Amnistía Internacional (AI) se enteraron y acudieron al juez para decirle: 'Si este señor viene, deténgalo porque es un criminal de guerra'. Y el juez dijo, ¡pues sí, me he dado cuenta de que es un criminal de guerra y si pisa Suiza lo voy a detener'. ¡Y Bush no pisó Suiza!
Fuente: La Verdad de Murcia.
