domingo, 12 de noviembre de 2023

ESPERANZO EL HOMBRE QUE BUSCABA AGUA Y ENCONTRÓ UNA SIRENA, QUE NO ERA OTRA QUE ARETUSA - 1ª PARTE

 Animado por el relato que hace unos años escribió mi primo Cecilio Hernández Rubira titulado "Agua", me he propuesto continuar con la historia de mi Tío Esperanzo, pero más imaginativa aunque basada en datos fehacientes obtenidos desde un montón de fotos, unas reales, otras similares, otras, ... , además de algunos textos originales referentes al devenir de Esperando y sus historias o también podríamos llamar intrahistorias.

Su vida y sus experiencias no tienen desperdicio, constituyen una maravilla recordarlas, escribirlas y vivirlas, aunque sea en un mundo moldeado por el espacio/tiempo. 

Esperanzo siempre estaba buscando agua en su finca, pero por más pozos que hacía no la encontraba, hasta que un día, mientras excavaba en una colina, oyó un sonido extraño. Era como un susurro, una voz que le hablaba desde el fondo de la tierra. Esperanzo se asomó al agujero y vio una luz azulada que iluminaba una cueva subterránea. Allí había un manantial de agua cristalina, pero también algo más: una figura humana que le sonreía con una mirada misteriosa. Era una mujer hermosa, de cabellos rubios y ojos verdes, vestida con un traje blanco que parecía hecho de espuma. Esperanzo se quedó sin aliento, sin saber si estaba soñando o si había encontrado a la ninfa del agua que tanto había buscado.

La mujer le habló con una voz dulce y melodiosa, que le llegó al corazón de Esperanzo. Le dijo que se llamaba Aretusa, y que era la guardiana del manantial. Le explicó que llevaba mucho tiempo esperando a alguien como él, que la pudiera ver y escuchar, y que la quisiera. Le pidió que se acercara a ella, que entrara en la cueva y que fuera su compañero. Esperanzo se sintió atraído por Aretusa, por su belleza y su bondad, pero también tenía miedo. No sabía si podía confiar en ella, ni qué consecuencias tendría seguir su invitación. ¿Y si era una trampa, una ilusión, una locura? ¿Y si al entrar en la cueva perdía su libertad, su memoria, su vida? Esperanzo dudó un momento, pero luego recordó lo solo que se sentía en su finca, lo duro que era su trabajo, lo poco que le ofrecía el mundo. Pensó que quizás Aretusa era un regalo del destino, una oportunidad de ser feliz, de encontrar el amor y el agua que tanto anhelaba. Así que decidió arriesgarse, y bajó por el agujero hacia la cueva, donde lo esperaba con los brazos abiertos.

Después de que Esperanzo entrara en la cueva, Aretusa lo abrazó y lo besó con pasión. Le dijo que era suyo, y que nadie más podía verla ni tocarla. Le mostró el manantial, que era una fuente de vida y de magia, y le ofreció beber de él. Esperanzo bebió el agua, y sintió una sensación de paz y de alegría. Aretusa le dijo que el agua le daría la eterna juventud, y que podrían vivir juntos para siempre en la cueva, sin preocuparse de nada más. Esperanzo se sintió feliz, y aceptó quedarse con Aretusa. Se olvidó de su finca, de su familia, de sus amigos, de todo lo que había fuera de la cueva. Solo pensaba en Aretusa, y en el amor que le tenía.

Pero no todo era perfecto. Con el tiempo, Esperanzo empezó a notar que Aretusa era muy posesiva y celosa. No le dejaba salir de la cueva, ni hablar con nadie más. Le controlaba todo lo que hacía, y le exigía que le demostrara su amor constantemente. Esperanzo se sentía agobiado, y empezó a extrañar su vida anterior. Quería ver el sol, el cielo, las estrellas. Quería respirar aire fresco, caminar por el campo, hablar con otras personas. Quería ser libre. Pero Aretusa no se lo permitía. Le decía que si la abandonaba, ella moriría, y que él también perdería el agua y la juventud. Le amenazaba con hacerle daño, o con hacerse daño ella misma. Le hacía sentir culpable, y le manipulaba con sus lágrimas y sus ruegos.

Esperanzo se dio cuenta de que Aretusa no era la ninfa del agua que había soñado, sino una sirena que lo había atrapado con su canto. Se arrepintió de haber entrado en la cueva, y de haber dejado atrás todo lo que tenía. Pero ya era tarde. No sabía cómo escapar de Aretusa, ni cómo volver a la superficie. Estaba prisionero en la cueva, sin esperanza de salir. Y así termina la primera parte de la imaginada historia de Esperanzo, el hombre que buscaba agua y encontró una diosa convertida en sirena.

Continuará

Alonso, junio 2023

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